Creatividad, Colaboración y Comunicación
Tres 'C' especialmente mágicas cuando se encuentran.
Y ya que estamos, empecemos por un par de citas que no han envejecido especialmente bien. La primera es de Paul Krugman, Premio Nobel de economía y lleva sufriéndola 26 años:
’El crecimiento de Internet se ralentizará drásticamente, al hacerse evidente el fallo de la ‘ley de Metcalfe’, según la cual el número de conexiones potenciales en una red es proporcional al cuadrado del número de participantes: ¡la mayoría de la gente no tiene nada que decirse! En 2005, más o menos, quedará claro que el impacto de Internet en la economía no ha sido mayor que el del fax’.
Tiene mérito atreverse a hacer predicciones como esta, de hecho ya hemos hablado de ello en otro artículo que os sacó más de una sonrisa, y es algo que yo respeto enormemente. Pero, por supuesto, resultó que los humanos tenemos mucho que contarnos. En un solo ‘minuto de Internet’, enviamos 16 millones de iMessages, 347.000 tuits, o como se llamen ahora en X, y subimos más de 500 horas de vídeo a Youtube.
La segunda cita es de Barry Diller. En una entrevista concedida en 2005 a WIRED, Diller dio su opinión sobre el futuro de los medios de comunicación:
‘No hay tanto talento en el mundo. Hay muy pocas personas en muy pocos armarios en muy pocas habitaciones que tengan realmente talento y no puedan salir. Las personas con talento y experiencia en la elaboración de productos de entretenimiento no van a verse desplazadas por 1.800 personas a las que se les ocurran sus vídeos que creen que van a tener atractivo’.
Vamos para bingo eh!
Diller no es ‘un cualquiera’ eh!, ha tenido una ilustre carrera tanto en el viejo mundo de los medios de comunicación, como CEO de Paramount y 20th Century Fox, como en la era de Internet, fundador de IAC, el holding detrás de Expedia, Tinder,…. Pero sería difícil encontrar una afirmación más equivocada que la de Krugman. El mismo año en que Diller concedió esa entrevista, se fundaron YouTube e Instagram. Twitter y TikTok les siguieron poco después. A final, resultó que había mucho talento en el mundo, mucha gente en muchos armarios de muchas habitaciones. Internet sólo tenía que entreabir la puerta.
Imagino que pronto añadiremos una tercera cita. Supongo que sobre la no posibilidad de trabajar a distancia. Mucha gente decía que las empresas nunca podrían tener éxito con equipos en remoto; empresas como GitLab, totalmente remota desde el principio, ya han demostrado que se equivocaban. Y herramientas como Bookker se abren paso entre las organizaciones que buscan una solución para gestionar sus espacios y esta nueva forma de trabajar. No puedo encontrar una cita tan ‘contundente’ como las anteriores, pero hay muchas de gente como Musk o de varios de los más prestigiosos banqueros de Wall Street.
Estas tres citas tocan tres temas fundamentalmente: Comunicación (Krugman), Creatividad (Diller) y Colaboración (trabajo remoto). Como a todo el mundo le gusta la aliteración, las llamaremos ‘las tres C’.
Una tendencia general de la tecnología ha sido ‘desligar’ cada una de las tres C. Internet y los productos de software nos han hecho hablar mucho más entre nosotros, fabricar más cosas y trabajar juntos de nuevas formas.
Esta tendencia no se detendrá. En mi opinión, la capacidad de los seres humanos para comunicarse, crear y colaborar no tiene límites; la tecnología es la variable limitante. A medida que la tecnología siga facilitando las cosas, tendremos más de cada una de ellas.
¿Os parece que veamos cómo la Inteligencia Artificicial impulsará esa línea de tendencia, acelerando cada C mediante la introducción de productos que impulsen más la Comunicación, la Creatividad y la Colaboración?
Creatividad:
Taylor Swift representó el 1,8% de todo el consumo de música en Estados Unidos el año pasado. Una de cada 78 canciones escuchadas en streaming era una canción de Swift (como referencia, Spotify tiene más de 100 millones de canciones), y protagonizó cinco de los 10 álbumes más importantes del año. Ya en su día comentamos el éxito de Swift y la ‘Economía de las Experiencias’.
En 2023, Taylor Swift se acercó a la Beatlesmanía de 1964 y a Michael Jackson de 1982 en términos de éxito cultural. Lograr semejante hazaña en la era moderna, una era en la que la monocultura ha muerto en gran medida, es asombroso.
La razón de que la cultura se haya fragmentado es la explosión de contenidos, posible gracias a unas herramientas creativas más asequibles y a los nuevos canales de distribución.
Hace medio siglo, en España teníamos dos canales de televisión y prácticamente todos veíamos el ‘1, 2, 3’ cada viernes por la noche. Ahora hay unas 600 series originales con guión al año, que llegan a través de la televisión, el streaming, el ordenador o el móvil…
Y ojo, cada vez son más los jóvenes que ven contenidos generados por otros usuarios. Un nuevo estudio muestra que YouTube le gana la partida a Netflix entre los jóvenes hasta los 18 años.
A su vez, TikTok se mueve en círculos alrededor de YouTube en cuanto a tiempo de participación: ese grupo más joven pasa una media de ¡112 minutos al día! en TikTok. Por cierto, no estoy de acuerdo con la clasificación que hace el estudio de TikTok como redes sociales frente a vídeo online, razón por la cual no aparece en el gráfico anterior.
Es difícil decir lo grande que es YouTube. Tienen una buena API, pero no hay una buena manera de obtener una estimación fiable del tamaño de cuántos vídeos hay en total en Youtube. Pero por si sirve de ayuda, me gustó el reciente enfoque matemático que adoptó un tal Zuckerman. Utilizó un muestreo aleatorio de URL para estimar el número de vídeos totales, llegando a unos 13.000 millones. Mirad el aumento del número de vídeos. Impresionante:
Así que sí, hay mucho contenido ahí fuera.
Esto se debe en parte a los nuevos canales de distribución, como Internet, y en parte a las nuevas herramientas creativas. Ahora es mucho más fácil hacer cosas atractivas. En 2015, Steven Johnson escribió en The New York Times:
‘Puede que el coste de consumir cultura haya disminuido, aunque no tanto como temíamos. Pero el coste de producirla ha descendido mucho más drásticamente. Los autores escriben y publican novelas para un público mundial sin necesidad de una imprenta o un distribuidor internacional. Para los cineastas independientes, una toma aérea en helicóptero que hace unos años podía costar decenas de miles de dólares puede filmarse ahora con una GoPro y un dron por menos de 1.000 dólares; algunos directores ruedan películas enteras en calidad HD con sus iPhones. El software de edición de Apple, Final Cut Pro X, cuesta 299 dólares y se ha utilizado para editar películas ganadoras de un Oscar. Un músico que utilice software de Native Instruments puede recrear, con una fidelidad asombrosa, el sonido de un piano de cola Steinway tocado en una sala de conciertos de Viena, o cientos de sonidos diferentes de amplificadores de guitarra, o el proto-sintetizador Mellotron que los Beatles utilizaron en ‘Strawberry Fields Forever’. Hace 15 años, ensamblar estos sonidos podía costar millones; hoy se pueden conseguir por unos pocos miles de dólares’.
La producción de cultura es lo que realmente cambiará esta década. Mientras que Internet fue una revolución en la distribución, la IA generativa es una revolución en la producción. El software ha facilitado la creación de cosas, y así ha sido: Unity, Roblox, Canva, GitHub... Pero sólo estamos en la punta del iceberg. La IA generativa está reduciendo la barrera de la creación. Y más que lo hará.
A medida que la IA demuestre que hay más creatividad latente ahí fuera, Barry Diller seguirá haciendo honor a sus palabras. Los últimos 20 años han demostrado que algunas personas solo necesitaban nuevos canales de distribución para llegar a su público; los próximos veinte demostrarán que algunas personas solo necesitan nuevas herramientas.
Comunicación:
Internet son redes, y las redes conectan a las personas.
En la década de 2000, Barrett Lyon intentó visualizar las redes de Internet. Utilizó trazadores, que son mapas que muestran cómo viajan los datos en línea desde su origen hasta su destino, para crear una imagen que mostraba la actividad de Internet en torno a 2003:
En 2021, Lyon actualizó su visualización. Esta vez, en lugar de utilizar tracerouts, utilizó tablas de enrutamiento Border Gateway Protocol para obtener una visión más precisa. La imagen actualizada se compone de grupos de regiones de red, como la red de protocolo de Internet no clasificada del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Shenzhen Tencent Computer Systems y Amazon AWS. Alucinad:
Internet nos ha permitido hablar mucho entre nosotros. ¿Recordáis el ‘minuto de Internet’ que comenté antes? Pues aquí lo tenéis completo:
Hablar con gente online se ha convertido en algo natural, tanto con los contactos de la vida real como con los desconocidos que hemos conocido en Internet y para muestra este comentario sobre como TikTok crea una red global en torno a memes compartidos:
Si en los últimos 20 años nos hemos acostumbrado a hablar con la gente por Internet, en los próximos 20 nos acostumbraremos a hablar… no siempre con personas, sino con chatbots de inteligencia artificial que actúan como personas. ¿Habéis probado ya GPT-4o?
Estas conversaciones adoptarán diferentes formas. Algunos bots serán ‘clones’ de personas reales. Quizás podremos chatear con Albert Einstein o con Napoleón. Parece que a la gente le gusta hablar con bots y para muestra, un dato: el tiempo de interacción en Character ronda los 35 minutos por sesión, cerca de los niveles de Snap e Instagram.
También vemos que a la gente le gusta hablar con personajes de IA completamente nuevos. Tomemos otro ejemplo de Character: en la web, un chatbot llamado Psychologist se ha hecho popular entre las personas que no pueden permitirse acudir a un terapeuta real. Un usuario llamado Blazeman98 creó Psychologist hace poco más de un año y en enero ya se habían intercambiado 78 millones de mensajes con el bot.
¿Estamos ante algo distópico? Puede ser. ¿No deberíamos hacer que la salud mental fuera asequible para que la gente no tuviera que depender de un chatbot? Sí, pero creo que este tipo de cosas serán cada vez más comunes.
El año pasado vimos cómo aplicaciones de chat como Replika y Chai explotaban (beneficiándose del contenido NSFW). Cuando OpenAI abrió su tienda de aplicaciones, no tardaron en aparecer novias de IA, a pesar de estar prohibidas. Una búsqueda en los primeros días arrojó chatbots como ‘Korean Girlfriend’ y ‘Virtual Sweetheart’.
En el mundo de las startup, en fases pre-seed y seed, podemos ver que los chatbots son el formato inicial de la capa de aplicación de la IA, haciendo realidad eso que dije no hace mucho sobre que el futuro de la IA Generativa serán pocos motores y muchas aplicaciones. Los casos de uso son tanto para el consumidor (‘aquí tienes un amigo con el que hablar’) como para la empresa (‘aquí tienes un copiloto que te ayudará con los informes legales’). Krugman pasó por alto que los seres humanos tienen mucho que decirse unos a otros; Internet está repleta de comunicaciones que fluyen de un lado a otro. Seguro que los humanos también tendrán mucho que contarle a las IA.
COLABORACIÓN:
Sí, hablo mucho de la importancia de la colaboración, también en el entorno de la industria 4.0, pero es que el gran cambio en el trabajo de la última década ha sido la innovación de la colaboración en tiempo real. Soy lo bastante mayor, aunque no lo parezca, como para recordar cuando editaba una presentación (¿recordáis Harvard Graphics? yo sí), guardaba el PowerPoint y se lo enviaba por correo electrónico a algún compañero para que se hiciera cargo y rematase con su parte. Las tres palabras ‘version control issues’ siempre me crearán un nudo en el estómago.
Durante años, Microsoft dominó las hojas de cálculo con Excel. Luego llegó Google con un producto peor, Google Sheets, pero acertó con la característica que más importaba: la colaboración en tiempo real. Figma hizo algo parecido con el diseño, pillando desprevenidos a todos. La misma línea argumental se repite para la mayoría de las areas profesionales.
La colaboración en tiempo real basada en la nube está ahora en juego. La próxima innovación es la IA: ¿qué ocurrirá cuando la IA se convierta en el centro de atención? Sí, ¿qué ocurrirá cuando los productos se reimaginen y rediseñen teniendo en cuenta primero a la Inteligencia Artificial?
Siguiendo con el ejemplo de PowerPoint, ahora tenemos algunos trucos nuevos e ingeniosos, como la integración de Copilot para hacernos la vida mucho más fácil. Tome, un competidor nacido hace unos meses, se basa por completo en la IA siguiendo las palabras de su CEO: ‘la creación de slides y la narración de historias debería ser un orden de magnitud más fácil’.
Microsoft, sí, ha añadido Copilot a toda sus herramientas (Word, Excel, Outlok, Dynamics…), pero no son productos nativos en IA. La IA es, eso, un añadido. Esto crea un dilema para el innovador y una oportunidad para nuevos proyectos. Pero sí, es un primer gran paso y una demostración de la enorme apuesta del gigante tecnológico por la IA que se extiende incluso a los recién presentados dispositivos Surface:
Pronto será normal tener compañeros de trabajo con inteligencia artificial. El resultado será una versión mejorada de Clippy, el apreciado asistente virtual que Microsoft introdujo en 1997. Hablaremos con ellos y les asignaremos tareas. Gran parte de nuestro día a día consistirá en dirigir a varios copilotos con IA (qué gran acierto de nombre, Copilot, por cierto), delegando funciones.
En el pasado, el analista construía el modelo financiero y el gestor se encargaba de supervisar el trabajo del analista para comprobar su precisión. ¿Qué ocurre cuando se puede decir: ‘Construye una cuenta de resultados con unos ingresos que crezcan un 20% anual durante seis años y con unos márgenes brutos del 60%’ y generar un modelo en cuestión de segundos? La IA se convierte en el analista y nosotros en el gestor, comprobando la precisión. Se trata de una simplificación excesiva, por supuesto, pero la idea se mantiene. Más trabajo de conocimiento se convertirá en supervisión de tareas ejecutadas por IA. Sí, liderazgo humano en un futuro con Inteligencia Artificial, como ya os conté hace año y pico.
La tendencia actual en colaboración es más colaboración entre humanos, facilitada por el software (será por soluciones SaaS de productividad…), y por empresas que permiten la contratación de equipos globales, remotos y distribuidos. Esta tendencia continuará. Los seres humanos seguirán trabajando juntos de forma más rápida y eficiente, a menudo dispersos a través de zonas horarias. Pero también habrá una nueva tendencia de colaboración con la IA, a medida que muchos de sus compañeros de trabajo más valiosos se conviertan en copilotos de IA capaces de realizar tareas cada vez más complejas.
Cuando pienso en dónde se ha acumulado valor en los últimos 20-25 años de tecnología en la capa de aplicación, pienso en productos que facilitan la comunicación, la creación y la colaboración. Estos tres segmentos son un buen marco de alto nivel para las ‘tareas pendientes’ de varios productos. Pensad en ello y os vendrán cientos de aplicaciones a la cabeza. Tenemos, por ejemplo, WhatsApp, Teams, Instagram y Discord, en Comunicación; Github, Canva y Unity, en Creación; y a Notion, Miro y Asana, en Colaboración. La lista es interminable.
Espero que las aplicaciones que acumulen valor en los próximos 20 años también se ajusten a ‘las tres C’. A los humanos nos sigue gustando hacer las mismas cosas que siempre: nos gusta contarnos cosas; nos gusta hacer cosas; nos gusta trabajar en cosas juntos. Seguiremos acudiendo en masa a los productos que nos permitan hacer más de cada una de estas cosa. Somos así.
Y dicho esto, vamos con las recomendaciones…
¿Un libro?
Dioses por accidente: sobre hombres convertidos accidentalmente en divinidades, de Anna Della Subin.
Me ha gustado mucho este libro. Una provocadora historia de raza, imperio y mito, contada a través de las historias de hombres que han sido venerados como dioses: de Colón al Príncipe Harry.
’Dioses accidentales’ nos introduce en un nuevo panteón: de hombres-dioses, políticos e imperialistas deificados, militantes, místicos y exploradores. Desde los conquistadores que pisaron el Nuevo Mundo hasta Haile Selassie de Etiopía, elevado por un artículo de National Geographic de emperador a mesías de la fe rastafari, pasando por los improbables oficiales aclamados como dioses durante el Raj británico, este relato interminablemente curioso y revelador es la crónica de un impulso hacia la deificación que persiste incluso en una era secular, como muestra de desafío o afirmación de poder.
Interesante y atrevido.
¿Un artículo?
La vida después del Estilo de Vida, de Toby Shorin.
Un fantástico artículo sobre ese concepto con tintes abstractos como es ‘estilo de vida’ y en funcionamiento de las marcas que se asocian a éstos. El análisis que hace de las marcas es fantástico. Resulta que, una vez que hemos mercantilizado los pagos, la cadena de suministro y el marketing, lo único que queda por hacer es vincular un producto a una subcultura. Y resulta que hay fuerzas que están cambiando la forma en que se crean las subculturas y la forma en que crecen.
¿Otro artículo?
La fascinante historia del Walkman, de Cassidy Ward.
El camino hacia el smartphone como dispositivo electrónico personal universal empezó con muchos aparatos con una sola función. En un buen ejemplo de difusión de la tecnología de la empresa al consumidor, su predecesor fue un dispositivo de grabación portátil.
¿Un vídeo?
With AI, anyone can be a coder now, de Thomas Dohmke.
Siguiendo la temática de mi artículo de hoy, en esta TEDTalk, el CEO de GitHub, nos muestra cómo las barreras a la creatividad y la expresión personal se están derrumbando. Nos muestra un futuro que permite a cualquiera pasar de una idea a un prototipo funcional en cuestión de minutos utilizando únicamente lenguaje natural.
La tecnología que muestra es experimental. Sin embargo, los beneficios potenciales para la humanidad, incluidas las personas con discapacidad, son evidentes. En este futuro, si puedes describir tu idea, puedes hacerla realidad.
‘Comfort makes you weaker. We need some variability, some stressors. Not too much, but just enough’.