Qué nos enseñan los inventos analógicos del s. XX sobre los inventos digitales del s. XXI
De los archivadores a la realidad virtual. De los tubos neumáticos a la inteligencia artificial.
En el siglo XIX, la información se organizaba en archivadores. Se trataba de escritorios con una serie de pequeños agujeros que eran nidos de palomas mensajeras. El problema era que resultaban más prácticos para los pájaros que para el papel: había que doblar el papel para que cupiera en los agujeros, lo que dificultaba la organización y recuperación rápida de información.
A principios del siglo XX se inventó el archivador vertical. Estos archivadores, primero de madera y más tarde metálicos, utilizaban sistemas mecánicos que permitían abrir y cerrar sin problemas cajones de hasta 30 kg. de papel. Supusieron un cambio radical. De repente, la gente podía recuperar fácilmente los documentos en papel, que se estaban convirtiendo en esenciales para la vida moderna: documentos sanitarios, expedientes escolares, documentos hipotecarios.
Se crearon sistemas de organización de archivos mediante carpetas y fichas. Los términos ‘carpeta’ y ‘pestaña’ se han trasladado a la era digital. De hecho, el diseño de un navegador de internet, por ejemplo, se asemeja a las pestañas de un archivador:
Se trata de una forma de ‘skeuomorfismo’, y esto quiere decir que las interfaces imitan a las del mundo real para resultar más intuitivas. Algo que también vemos en ejemplos como el icono de ‘guardar’, que es un disquete, la aplicación de calculadora, que es una calculadora, y la papelera, que es... pues eso, una papelera. Todos estos ejemplos son de analógico a digital. Es interesante pensar en los términos que utilizamos hoy en la era digital y que se trasladarán a las tecnologías futuras. Por ejemplo, puede que en 2050 sigamos diciendo ‘descargar’, aunque técnicamente no estemos descargando nada. O puede que sigamos diciendo ‘aplicación’ o ‘pantalla de inicio’ cuando esas palabras ya no sean aplicables. Más directamente relacionado con el skeuomorfismo, quizá ir al cine en realidad virtual se parezca a ir a una sala de cine física, mientras que los vehículos autónomos se parecerán a los coches modernos, aunque teóricamente podamos replantearnos aspectos de su diseño.
En Nueva York se encuentra el Museo de la Ciudad de Nueva York. El museo, que recomiendo encarecidamente, tiene una exposición dedicada a la relación de Nueva York con la tecnología, centrada en las innovaciones analógicas del siglo XX que transformaron la ciudad.
En él, yo agruparía las innovaciones en tres grandes grupos:
· Tecnologías centradas en la producción de contenidos e información.
· Tecnologías centradas en la organización de contenidos e información.
· Tecnologías centradas en el acceso a contenidos e información.
Este mismo marco puede aplicarse a nuestro momento actual en tecnología y hacia dónde podríamos dirigirnos. Del mismo modo que yo vi la exposición del museo y me quedé atónito por lo lejos que hemos llegado desde los años 50, imagino que alguien en 2090 se quedará igualmente atónito por cómo eran las cosas en la década de 2020.
Pero bueno, centrémonos, y, tal y como comento al principio del artículo, vamos a ver algunas de las tecnologías analógicas que allanaron el camino hacia la modernidad, y cómo esos mismos temas generales que organizan el museo, pueden trasladarse a futuras innovaciones.
Producción de contenidos e información
En la década de 1900, Nueva York se convirtió en un centro mundial de medios de comunicación: las industrias periodística, radiofónica y de revistas tenían su corazón en la ciudad.
A principios de siglo, producir una edición diaria del periódico era una tarea hercúlea. Las empresas periodísticas, encabezadas por The New York Times, recurrían a innovaciones revolucionarias como la linotipia. Un artilugio enorme cuyo nombre proviene del hecho de que podía producir una línea entera de tipos metálicos a la vez. Line-o'-type = linotipia. Antes de la invención de la linotipia, los periódicos tenían que componer manualmente letra por letra con un palo de componer. Si no sabéis lo que es un palo de composición, yo tampoco, pero suena a ‘uffff, qué pereza’.
La linotipia aceleró la producción de periódicos. En 1920, Nueva York tenía 15 periódicos diarios en inglés y docenas más en lenguas extranjeras. Sí, la población de la ciudad tenía un 41% de nacidos en el extranjero.
En el siglo XXI, las innovaciones han vuelto a acelerar la producción de contenidos e información. Y para muestra, recupero esta imagen de hace un par de años:
Cada vez es más fácil crear contenidos de calidad sin conocimientos especializados ni equipos caros. Aplicaciones como CapCut, de edición de vídeo, impulsan aún más la facilidad de producción. De hecho, fue la novena aplicación más descargada en todo el mundo en 2021, con 255 millones de descargas, entre el 8º puestos ocupado por Messenger y el 10º de Spotify y, por cierto, CapCut también es propiedad de Bytedance, después de que Bytedance comprara el predecesor de CapCut, Viamaker, por 300 millones de dólares en 2018.
Esta tendencia de producción democratizada lleva años gestándose. Ya en 2015, Steven Johnson escribió en The New York Times:
‘Puede que el coste de consumir cultura haya disminuido, aunque no tanto como temíamos. Pero el coste de producirla ha descendido mucho más drásticamente. Los autores escriben y publican novelas para un público mundial sin necesidad de una imprenta o un distribuidor internacional. Para los cineastas independientes, una toma aérea en helicóptero que hace unos años podía costar decenas de miles de dólares puede filmarse ahora con una GoPro y un dron por menos de 1.000 dólares; algunos directores ruedan películas enteras en calidad HD con sus iPhones. El software de edición de Apple, Final Cut Pro X, cuesta 299 dólares y se ha utilizado para editar películas ganadoras de un Oscar. Un músico que utilice software de Native Instruments puede recrear, con una fidelidad asombrosa, el sonido de un piano de cola Steinway tocado en una sala de conciertos de Viena, o cientos de sonidos diferentes de amplificadores de guitarra, o el proto-sintetizador Mellotron que los Beatles utilizaron en ''Strawberry Fields Forever''. Hace 15 años, ensamblar estos sonidos podía costar millones; hoy se pueden conseguir por unos pocos miles de dólares’.
Esto es bastante notable. Y sigue siendo cierto: Parásitos, la ganadora del Oscar a la mejor película en 2020, fue editada en Final Cut Pro.
El mismo concepto se extiende a la creación en 3D. Minecraft y Roblox han ampliado la definición de desarrollador de juegos. Overwolf facilita la creación de aplicaciones y mods para el juego.
Y ahora estamos viendo cómo la IA impulsa una explosión cámbrica de creatividad. Jasper.ai, Copy.ai y Lex dan superpoderes a los escritores. Midjourney permite a cualquiera con una cuenta de Discord crear bellas imágenes generadas por IA, y la versión 4 es mucho mejor que la 3… y la cinco, ni os cuento. Y si no, que le pregunten al Papa.
Ben Thompson entrevistó recientemente a David Holz, de Midjourney, en Stratechery. Holz explicó que aproximadamente el 10% de los costes de la nube se destinan a la formación, mientras que el 90% se destina a la inferencia a los usuarios que crean las imágenes. Midjourney utiliza más de 10.000 GPU, lo que lo convierte en uno de los mayores usuarios de GPU del mundo.
Por cierto, este fragmento de la entrevista me pareció especialmente interesante:
’Nuestro uso de la inferencia es raro en el sentido de que algunos usuarios están dispuestos a esperar y algunos no tienen que esperar y algunos no quieren esperar. Y luego hay una gran latencia, pero el patrón de uso es realmente extraño. Así que hicimos un montón de cosas logísticas innovadoras desde el principio para que los costes fueran bajos. Así que ahora mismo, si haces una imagen, hay ocho regiones diferentes del mundo en las que la imagen podría hacerse, y no tienes ni idea. Se podría hacer en Corea o Japón o los Países Bajos o algo así. Va a ocho regiones diferentes que las GPU están equilibrando. Lo mejor es que usamos muchas GPU en Corea cuando es de noche y todo el mundo está durmiendo, nadie las está usando. Podemos equilibrar la carga. Básicamente, puedes competir en la oscuridad de la noche por toda la Tierra’.
Aún estamos en los inicios de las aplicaciones de IA, y cada año se dan pasos de gigante. La GPT-3 salió hace menos de tres años con unos 200.000 millones de parámetros; GPT-4 tiene unos 1.000.000.000.000 de parámetros. La IA acelerará la producción en un orden de magnitud, del mismo modo que las tecnologías analógicas como la linotipia aceleraron la producción hace un siglo.
Al mismo tiempo, la producción impulsada por la IA convergerá con formas más inmersivas de contenido, como la realidad virtual y la realidad aumentada. Y ahora que hablo de ello, me viene a la cabeza lo que dijo en una ocasión Tim Sweeney, de Epic Games, sobre la realidad virtual: ‘Nunca he conocido a un escéptico de la RV que la haya probado’. La próxima década será testigo de una proliferación de información y contenidos desencadenada por las nuevas herramientas.
Organización del contenido y la información
Ya hemos hablado de la creación del archivador, esencial para organizar la información. Un invento relacionado fue el de la ‘tarjeta índice’. Antes de las fichas, la información se almacenaba en engorrosos libros encuadernados. Con el cambio de siglo, se impuso la gestión de la información mediante tarjetas de tamaño y peso uniformes; las tarjetas se almacenaban en cajones, cada una de las cuales representaba una unidad de información, y podían ordenarse secuencial o alfabéticamente.
Fundada en 1895, la Biblioteca Pública de Nueva York se convirtió en el sistema nervioso central del conocimiento de la ciudad. El mayor sistema de bibliotecas públicas gratuitas del país, albergaba ocho millones de libros y un millón de artículos de investigación en 1913, utilizando innovaciones recientes como el sistema decimal Dewey para catalogarlo todo. Los sistemas basados en tarjetas que sustentaban la biblioteca eran las bases de datos de la era analógica.
En paralelo, tenemos una primera versión de un ‘motor de búsqueda’ la sede de The New York Times. El personal de la segunda planta atendía las llamadas de un público curioso y respondía a sus preguntas. En un vídeo que hay en una de las salas se ve a una mujer respondiendo a una llamada:
- ¿Qué jugador ha tenido la media de bateo más alta este año?
- Bill Terry, con 0,401. Responde la mujer.
La persona que llama le da las gracias y cuelga. Setenta y tantos años después, apareció Google. Y ahora, cuando Google cumple 24 años, muchos jóvenes recurren a TikTok e Instagram para realizar búsquedas. Y ojo con el dato: el 40% de la Generación Z prefiere buscar en TikTok e Instagram antes que en Google.
La famosa misión de Google es ‘organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil’. Las nuevas tecnologías están organizando la información de formas nuevas y fascinantes.
De hecho, a medida que aumenta el trabajo remoto e híbrido, la gestión del conocimiento se convierte en un elemento central de las empresas: programas como Guru, Notion y Tango facilitan una mejor organización del contenido y la información personal y corporativa.
Hemos recorrido un largo camino desde las fichas y las bibliotecas públicas. Incluso hemos recorrido un largo camino desde Google, la empresa de mayor éxito surgida del boom tecnológico de finales de los noventa. Cada vez es más fácil organizar grandes cantidades de información y, al mismo tiempo, hacer que esa información sea fácilmente accesible. Lo que nos lleva a...
Acceso a contenidos e información
Una de las épocas olvidadas de la tecnología analógica fue la del tubo neumático. Los tubos neumáticos utilizan aire comprimido o vacío para mover cápsulas, y la ciudad de Nueva York funcionaba con ellos.
En realidad, el objetivo inicial de estos tubos era trasladar personas: en una de las primeras demostraciones se vendieron 400.000 viajes a través de un tubo del tamaño de una manzana. Pero el transporte de personas resultó poco práctico… y peligroso, así que los tubos neumáticos se centraron en el transporte de paquetes.
Los tubos se convirtieron en elementos básicos en las oficinas de correos para trasladar las cartas y en los hospitales para trasladar muestras de laboratorio y resultados de pruebas, algo que todavía podemos encontrar en algunos grandes hospitales. En una ocasión, incluso se envió un gato enfermo al veterinario a través de un tubo neumático.
E.B. White habló sobre ello en Here Is New York allá por 1949:
‘Es un milagro que Nueva York funcione. Todo es inverosímil. Cuando un joven de Manhattan escribe una carta a su novia de Brooklyn, el mensaje de amor le llega a través de un tubo neumático... así de sencillo. El sistema subterráneo de cables telefónicos, líneas eléctricas, tuberías de vapor, es razón suficiente para abandonar la isla a los dioses y a los gorgojos...’.
La distribución de contenidos e información (y objetos) ha avanzado mucho. Pronto apareció el fax. Luego llegó Internet y lo revolucionó todo.
Hay un proyecto por ahí llamado Reforge, que está creando una ‘economía de expertos’ para aprender de líderes funcionales de talla mundial en categorías como el marketing y la gestión. Office Hours te permite reservar tiempo con un experto para aprovechar sus conocimientos especializados. Y Tegus ofrece un repositorio de inteligencia empresarial: miles y miles de transcripciones con expertos.
La IA también se aplica aquí: antiguamente, era necesario aprender un nuevo idioma a través de Duolingo o incluso de un tutor humano en directo; ahora se puede recurrir a Speak y obtener comentarios instantáneos de un tutor de IA.
Se está aprobando el acceso, tanto a la información preexistente como a la que ya existe.
¿Por qué os hablo hoy de todo esto y por qué creo que es importante? Las tecnologías del momento tienen repercusiones de gran alcance en la forma de vivir y trabajar de las personas.
En 1950, 342.000 estadounidenses trabajaban como operadores telefónicos para la empresa Bell Telephone y otro millón trabajaba para empresas privadas de teleoperadores. La población de Estados Unidos en aquella época era de unos 150 millones de habitantes, lo que significa que aproximadamente 1 de cada 100 estadounidenses, o 1 de cada 60 miembros de la población activa, trabajaba como teleoperador. Esto equivale aproximadamente a la proporción de la mano de obra moderna empleada por Walmart, el mayor empleador privado del país.
Pero en 1984, el teléfono estaba cambiando a sistemas automatizados, y el empleo nacional se redujo a 40.000 personas. En 2020, menos de 2.000 estadounidenses trabajaban como telefonistas.
La transición de lo analógico a lo digital transformó los mercados laborales. Veremos un cambio similar con las nuevas tecnologías que reinventarán la forma de trabajar de las personas. El Institute for the Future predice que el 85% de los empleos que los estudiantes de hoy tendrán en 2030 aún no existen. Parece descabellado, hasta que consideramos los empleos que han surgido en la última década: operador de drones, gestor de redes sociales, desarrollador de aplicaciones, ingeniero de computación en la nube, ingeniero de propmpts…
Las tecnologías analógicas mencionadas fueron innovadoras en su momento, pero quedaron obsoletas con la llegada de la era digital. Ahora nos movemos progresivamente a través de eras digitales: móvil, nube, IA. Los mismos marcos de las innovaciones del siglo XX pueden aplicarse a las innovaciones del siglo XXI. El arco de la tecnología se inclina hacia una mayor producción, una mejor organización y un mejor acceso. El arco se ha curvado así durante cientos de años, y seguirá curvándose así, probablemente incluso más rápida y dramáticamente a medida que se acelere el ritmo del cambio. ¿Preparados?