La bola de cristal de las portadas de The Economist.
Una reciente portada de The Economist produjo cierto revuelo en redes sociales entre perfiles relacionados con el mundo de las finanzas e inversión. ¿Mandaba una señal?
La portada de la revista The Economist de hace unas semanas suscitó cierto revuelo en entre perfiles relacionados con el mundo de las finanzas e inversión en redes sociales.
En ella aparecía la foto de un toro transportado por globos con el titular ‘How High Can Markets Go’ (¿Hasta dónde pueden llegar los mercados?). La portada sugiere que el actual rally alcista de los mercados bursátiles podría estar llegando a su fin.
¿Nos mandan señales las portadas de las revistas, y en especial las económicas? Sobre ello he hablado en alguna ocasión con mi querido Amigo Rubén Iglesias, pero, aprovechando el revuelo de esta nueva portada, permitidme reflexionar sobre ello con todos vosotros.
A lo largo de los años, The Economist se ha ganado la reputación de, como se dice en el mundo financiero, ‘contrarian indicator’.
¿Y eso qué significa? Pues bien, esta publicación semanal, fundada en 1843, es leída por prácticamente todos los directivos, ejecutivos y responsables de la toma de decisiones del mundo empresarial y político.
En el momento en que una idea es lo suficientemente importante como para aparecer en la portada de The Economist, es probable que ya se hayan eliminado todas las ventajas desde el punto de vista de la inversión. Algo que está relacionado con uno de los tips básicos para el buen inversor: ‘compra con el rumor y vende con la noticia’.
Más adelante repasaremos algunos ejemplos famosos de portadas de The Economist que han hablado sobre máximos o mínimos bursatiles. Pero antes, hablemos del atractivo de esta revista y de cómo ayuda a formar consenso, ¿os parece?
Como algunos de vosotros sabéis, soy un gran fan, y suscriptor, de The Economist, y también de su app, desde hace años, muchos. Y como yo, casi un 1.200.000 suscriptores más. ¿Por qué? Pues podríamos hablar de cuatro motivos principalmente: La curación del contenido, todo se publica con una sola voz, la ‘prueba social corporativa’ y sus juegos de palabras.
Venga, os cuento un poco más de cada uno de ellos:
· La curación del contenido:
Estamos de acuerdo si digo que hay demasiados contenidos en el mundo, ¿no?
Internet y el auge de las herramientas de publicación digital al alcance de cualquiera que quiera crear, como YouTube, redes sociales, newsletters, blogs…, hacen que las opciones mediáticas sean infinitas.
¿Qué ocurre en un mundo de contenidos infinitos? Pues, como dice B. Thompson, ‘en una economía digital, la oferta ilimitada significa que los usuarios obtienen valor del descubrimiento y la curación’.
The Economist es un curador de primer nivel de noticias e ideas relevantes para los responsables de la toma de decisiones en política, negocios, finanzas, cultura, medios de comunicación y ciencia. Su trabajo cada semana consiste en peinar todos los temas relevantes y condensarlos en unas 100 páginas de texto con tamaño de fuente 9, lo que equivale a 50.000 palabras.
Su propósito oficial es ‘inspirar el progreso global’ y según ellos (lo podemos leer en la página ‘About Us’ de The Economist Group, la empresa matriz):
Desde sus comienzos en 1843, cuando un fabricante de sombreros escocés fundó el periódico The Economist para promover la causa del libre comercio, el Grupo The Economist ha evolucionado hasta convertirse en una empresa de medios de comunicación y servicios de información de ámbito mundial, firmemente independiente, con marcas inteligentes para un público internacional.
Con el tiempo, el periódico ha ayudado a sus lectores a comprender los grandes motores del cambio, desde la tecnología a la geopolítica, las finanzas y la economía. Añadió una sección dedicada a Estados Unidos en 1942 y otra a China en 2012. Se expandió con éxito en Norteamérica, que se convirtió en su mayor mercado. Para servir a los responsables de la toma de decisiones en las empresas y fuera de ellas, Economist Intelligence Unit (EIU) se convirtió en líder en análisis y previsión de países. Eventos en directo en todo el mundo reunieron a líderes mundiales del pensamiento para debatir temas críticos en mesas redondas y cumbres.
Obviamente, hay otras publicaciones notables que ayudan a informar al consenso de las élites, como The New York Times (fundado en 1851), The Financial Times (1888), Wall Street Journal (1889), Barron's (1921) y Bloomberg News (1990). No, no he puesto ningún medio español. Sin embargo, cuando se trata de estar al día de las noticias para los ocupados hombres de negocios con una cadencia semanal, The Economist es más antiguo que el resto y se apoya en sus 181 años de historia para ofrecer una perspectiva autorizada.
Sí, The Economist nunca deja de recordarnos que existe desde 1843. Incluso ha dado a su revista hermana el nombre de 1843 para dejarnos claro, una vez más, que gente importante lleva leyéndola desde... 1843.
· Todo se publica con una sola voz:
Una de las formas en que la revista mantiene una línea histórica desde su fundación en 1843 es manteniendo el anonimato de cada reportero, no hay titulares, y publicando todos los artículos como The Economist.
¿Por qué? Pues en este extracto, ellos mismos nos lo explican:
Históricamente, muchas publicaciones imprimían sus artículos sin firma o bajo seudónimo para dar libertad a los escritores individuales para asumir diferentes voces y permitir a los primeros periódicos dar la impresión de que sus equipos editoriales eran más numerosos de lo que realmente eran. De hecho, los primeros números de The Economist fueron escritos casi en su totalidad por James Wilson, el editor fundador, aunque escribía en primera persona del plural.
Pero el anonimato, que empezó como una forma de que una persona diera la impresión de ser muchas, ha llegado a cumplir la función contraria en The Economist: permite a muchos escritores hablar con una voz colectiva. Los líderes se discuten y debaten cada semana en reuniones abiertas a todos los miembros de la redacción. Los periodistas cooperan a menudo en los artículos. Y algunos artículos están muy editados. En consecuencia, los artículos son a menudo obra de la mente colmena de The Economist, más que de un solo autor. Sin embargo, la razón principal del anonimato es la creencia de que lo que se escribe es más importante que quién lo escribe.
En palabras de Geoffrey Crowther, nuestro editor de 1938 a 1956, el anonimato mantiene al editor ‘no como el amo sino como el servidor de algo mucho más grande que él mismo... da al periódico un asombroso impulso de pensamiento y principio’.
La voz colectiva está centrada en el mundo, es favorable al libre mercado, políticamente centrista y apoya en gran medida las innovaciones tecnológicas.
La publicación tiene un aire elitista. Pero no, eso no suele reflejarse en el texto.
Por ejemplo: The Economist ofrece descripciones aparentemente obvias como ‘McKinsey, una consultora’ o ‘Goldman Sachs, un banco’. Supongo que todos los que lean sabrán estas cosas, pero quizá no las sepan. Y la forma en que la publicación incluye sistemáticamente estas frases indica que se trata de una única voz general que se dirige a cualquier lector interesado, y no sólo a conocedores del sector que escriben para otros conocedores del sector.
Aunque la autoría de un artículo es anónima, los lectores veteranos de The Economist estarán familiarizados con las distintas columnas editoriales de la publicación dentro de las diferentes secciones de la revista, como Lexington en la sección USA.
Unos nombres que tienen su origen en, por ejemplo, personas… o árboles. Por ejemplo:
· Lexington, que os citaba antes: es la ciudad en la que tuvo lugar la primera batalla de la revolución americana.
· Bagehot, en la sección del Reino Unido, fue un político del Reino Unido y dirigió The Economist entre 1861 y 1877.
· Banyan, en la sección de Asia, es un árbol bajo el que los comerciantes gujarati realizaban sus negocios.
· Buttonwood, en la sección de Finanzas, es el árbol de Wall Street bajo el que se firmó la creación de la Bolsa de Nueva York en 1792.
Curioso, ¿no?
· La ‘prueba social corporativa’:
Incluso si la cobertura y el enfoque de ‘voz colectiva única’ no son argumentos suficientes para ti, aunque la teoría de juegos sugiere que deberías leer The Economist de todos modos. La revista ha conseguido tal grado de participación de la élite en los negocios y la política que la mayoría de los ‘responsables de la toma de decisiones’ con poco tiempo probablemente asumen que otros ‘responsables de la toma de decisiones’ con poco tiempo la leen.
Con esa expectativa, los temas de The Economist sirven como una base de conocimientos casi compartida.
También se ha convertido en una de las imágenes, ¿quizás de postureo?, que podemos ver en los lobby de los ‘hoteles de negocios’ fuera de nuestras fronteras. Fijaos, fijaos. Fuera de nuestras fronteras, insisto.
Succession tiene una escena increíble que ilustra este fenómeno. En uno de los episodios finales de la serie, el personaje más tonto, el primo Greg, se avergüenza a sí mismo frente a un CEO de una gran tecnológica diciendo: ‘Leí un gran artículo recientemente en The Economist sobre esto’, mientras discute un tema del que claramente no sabe nada.
Y, claro, se lo ‘pusieron a huevo’ al community manager de The Economist:
¡La prueba social en su máxima expresión!
Hablando de prueba social, The Economist no tiene reparos en afirmar que ‘los entendidos’ la leen. Dos famosas campañas publicitarias de la revista lo ilustran perfectamente.
Un anuncio de televisión de 1996 muestra al difunto ex secretario de Estado Henry Kissinger volando en clase turista sentado junto a un ejecutivo con tirantes. En 2015, una nueva versión del anuncio, muestra al ex CEO de Google, Eric Schmidt, entrando en un ascensor junto a otro estirado hombre de negocios. Marketing de influencers, ya sabéis.
La idea es poner al espectador en la posición del ejecutivo sentado en el avión o en el ascensor junto a Kissinger o a Schmidt. En estos escenarios, probablemente pienses: ‘si pudieras charlar con una de las 50 personas más poderosas del mundo, ¿de qué hablarías?’. Está claro que si quieres tener tema de conversación, más vale que leas The Economist.
¿Y qué hay detrás de The Economist? Es impresionante, mirad, analizad y comparad con alguno de los medios más cercanos a vosotros:
· Más de 1.600 personas trabajan para The Economist (publicación semanal), 1843 (revista de life style), Economist Impact (consultoría y eventos) y Economist Intelligence Unit (inteligencia empresarial). Sólo The Economist cuenta con más de 300 redactores.
· Exor (holding de la familia Agnelli, propietaria de Ferrari, Chrysler, Fiat…) posee el 43%, mientras que la familia Rothschild posee el 21%.
· 1,2 millones de suscriptores que pagan más de 200 dólares al año. Y sobre esto, un dato, durante los últimos tres años apenas mueve el número de suscriptores, ¿será su techo?
· Ventas en 2023: 480 millones de dólares a nivel grupo, y un 55% atribuido The Economist.
· Beneficio 2023: 53 millones de dólares.
Si alquien quiere profundizar más, aquí tiene el ‘Annual report and accounts 2023’.
· Los juegos de palabras:
Poco hablaré de ello, porque tiene más gracia encontrarse con ellos durante la lectura de sus artículos, pero The Economist está repleto.
Por citaros uno y no dejaros así, un artículo de hace unos años sobre el sector de la fecundación in-vitro y las empresas que financian estos caros tratramientos. Mirad como clasifican el artículo:
¡Una maravilla! Pero bueno, ya sabe sabe que los juegos de palabras gozan de baja estima, quizás porque exigen inteligencia, creatividad y mucha cultura general y no todo el mundo…
Pero venga, vayamos con lo que nos ha traido hasta aquí…
El ‘Contrarian indicator’.
Hace unos años, no recuerdo quién, lo siento, publicó un artículo analizando algunos titulares notables de portadas anteriores de The Economist, y emparejó la fecha con los gráficos de precios relacionados. Guardo aquellos pantallazos, así que veamos un par de ejemplos:
· El fin del petróleo: Un titular de portada de octubre de 2003 rezaba ‘El fin de la era del petróleo’ antes de que el crudo WTI experimentara un repunte que duraría varios años.
· Los máximos del dólar estadounidense: Un titular de diciembre de 2016 decía ‘El todopoderoso dólar’ y precedía a un año de caída sin precedentes de la divisa estadounidense.
Obviamente, este contrarian indicator tiene fallos. No está claro en qué periodo de tiempo se está midiendo el activo. Además, ha habido muchos casos en los que la portada no ha sido un indicador contrario en absoluto, como por ejemplo aquella sobre ‘Los nuevos titanes’, en la que hablaba sobre el poder de Google, Amazon y Facebook. En aquel momento hablábamos de una capitalización bursátil de unos 1,8 trillones de dólares (trillions de allí)… hoy estamos cerca de los ¡cinco trillones!.
En otras palabras: es fácil seleccionar portadas.
Ningún inversor sofisticado basa sus decisiones de inversión únicamente en las portadas de The Economist, o eso espero. La portada de The Economist no es, ni quiere ser, un consejo de inversión. Recordad su propósito: ‘ayudar a los lectores a comprender los grandes motores del cambio’ y eso es una perspectiva a largo plazo.
Dicho esto, estas portadas todavía apuntan a ‘en qué está pensando la persona mediana de negocios y política’ y ciertamente pueden ser una señal para cualquier diligencia debida.
¿Algunas portadas contrarias más? Venga, va…:
· 10 de octubre de 2019 ‘La inflación está perdiendo su significado como indicador económico’, y ¿qué pasó a los pocos meses? COVID y la inflación todavía no nos ha dejado en paz.
· 18 de septiembre de 2021, ‘La promesa y los peligros de DeFi’: Después de aquella portada, comprar Ethereum era cosa de valientes. Bajó un 60% (de $3k a $1,4k).
· 19 de noviembre de 2022, "Crypto's Downfall": Unos 14 meses después de la portada anterior, The Economist informó sobre FTX/SBF y llamó a la desaparición de crypto. Bitcoin (BTC) se duplicó durante el año siguiente ($17k a $35k) y rondando los 70.000 actualmente.
Muchos ‘competidores’ se han reído de estos ‘patinazos’ pero ninguno, como siempre, ha aplaudido sus aciertos. Es lo que tiene la vida, y es lo que tiene navegar en unas aguas agitadas como ‘creador de consenso’.
Bromeo sobre la obsesión de The Economist con su fundación en 1843, pero la publicación ha sido la fuente de referencia para el análisis de noticias entre los líderes de empresas, y política, durante casi dos siglos, ¿alguien más puede decir lo mismo?
Los directivos leen The Economist porque sus directivos lo leen, porque sus directivos lo leen… porque sí, porque The Economist es una base de conocimientos casi compartida entre este tipo de lectores. Por supuesto, la revista también se ha adaptado a los tiempos con productos digitales fuertes, como la app, las newsletter temáticas…, pero la marca es un foso que los aspirantes a medios de comunicación no han sido capaces de romper durante décadas.
Volviendo a la portada con la que empecé el artículo sobre la actual tendencia alcista de la bolsa, leed el artículo y disfrutad de la amena e interesante forma de tratar la información. Eso sí, no os fiéis demasiado de la portada como ‘contrarian indicator’… quién sabe.
Y dicho esto, vamos con las recomendaciones…
¿Un libro?
Del ego al eco. La gran migración hacia los ecosistemas, de Orlando Vergara Correa.
Hace unas semanas que está disponible en España y después de estar en contacto con su autor desde hace años y seguir con atención sus publicaciones, su libro tenía que estar en mis manos, sí o sí.
Y como bien dice, ‘las organizaciones son entidades incompletas por definición, ya que, si alcanzaran todas sus metas, perderían su razón de ser. Son perfectas en su imperfección, capaces de adaptarse y transformarse de manera constante hacia nuevos horizontes’.
Estamos ante un libro muy necesario en estos tiempos de cambio, ya que pone sobre la mesa hacia dónde han de ir las organizaciones y el liderazgo. Porque como decía, las cosas han cambiado. Esto ya no es una guerra encarnizada entre empresas. Esto va de colaboración. Va de ecosistemas. Va de poner, de verdad, a los clientes en el centro. Y no se puede hacer solos. Este libro pone sobre la mesa este gran reto y nos da unas pistas sobre cómo acometerlo con éxito.
¿Otro libro?
Hoy, como tenemos ‘El día del Libro’ a la vuelta de la esquina, si me lo permitís, os recomendaré otro libro que acabo de terminar:
Founder vs. Investor. The honest truth about venture capital. From Startup to IPO, de Elizabeth Zalman y Jerry Neumann.
Recién publicado (todavía no está en español), este libro es un diálogo coescrito por un fundador y un inversor. Y esto es lo que lo hace increíblemente valioso, ya que cuenta las dos caras de una historia que casi siempre se escucha de una sola parte.
A veces, los consejos en pareja parecen un diálogo socrático que avanza hacia la verdad, y a veces parecen uno de esos viejos artículos de punto y contrapunto de The Onion. Lo cual es fantástico.
El libro no tendría sentido si ambas partes estuvieran de acuerdo en todo; es más, los consejos de administración o los directores generales serían superfluos si los inversores y los fundadores llegaran siempre a las mismas conclusiones.
Como ocurre con cualquier otra disciplina lo bastante compleja como para que no pueda hacerse en solitario, crear una empresa consiste en parte en interactuar con fuerzas impersonales como el mercado y la tecnología, pero gran parte de la variación proviene del elemento humano.
¿Un artículo?
Leyes de Akin sobre el diseño de naves espaciales, de Matt Rickard.
A primera vista puede parecer una lectura de algo muy específico, pero en realidad se trata de reglas de uso general para la gestión de equipos.
Los cohetes son obviamente un caso extremo, pero eso sólo significa que hay ciertas cosas que sus diseñadores aprenden más rápida y dolorosamente. Algunas de ellas, cuando se generalizan, pueden ser bastante divertidas. Por ejemplo: ‘Si quieres influir al máximo en el diseño de un nuevo sistema de ingeniería, aprende a dibujar. Los ingenieros siempre acaban diseñando el vehículo para que se parezca al concepto inicial del artista’.
Esta es una versión más concreta de lo que alguien podría llamar ‘visión’, y como es más específica, también es más fácil ver por qué es difícil de llevar a cabo.
¿Una reflexión?
Pues la que hacía mi querido Sebastián Puig en Twitter (X) sobre consejos de vida para las generaciones más jóvenes y que podría ser un complemento fantástico de uno de mis últimos artículos. Lo pego tal cual lo ha compartido:
¿Un podcast?
La entrevista de Tyler Cowen a Paul Graham. Una verdadera joya, empezando por lo diferentes que son el uno y el otro. No os desvelo nada, solo tenéis que ‘darle a play’ o leerla aquí.
‘What is ominous is the ease with which some people go from saying that they don’t like something to saying that the government should forbid it. When you go down that road, don’t expect freedom to survive very long’.